Observando las pinturas de los antiguos monasterios de los Lamas, en el Tibet, es posible ver cómo esta raza se ha mantenido sin cambios con el pasar del tiempo. Según testimonios que se remontan a 2.000 años antes de Cristo, el Mastín Tibetano era empleado por los asirios como perro de guerra y para la custodia de los prisioneros. Todavía aparece con el mismo aspecto en los bajorrelieves babilónicos, egipcios y griegos, demostrando de este modo la gran difusión que tuvo en tiempos tan remotos. Con las conquistas romanas y las invasiones de los pueblos asiáticos, se extendió rápidamente por la cuenca del Mediterráneo dando origen a todas las razas de molosos europeos, a muchas de pastor y a otras de salvamento como el San Bernardo, el Terranova y el Perro de Montaña de los Pirineos.